A veces, aunque nos pongamos cabezones y lo intentemos por activa, pasiva y en todos los formatos que se te puedan ocurrir, la querida madre tierra y su engendro, la montaña, te ponen en tu sitio y te hacen poner los «pies en la tierra». De esta manera y aunque todos los factores estén a favor, hay que asumir que aveces NO es posible. Te vas para casa pensando en que «podíamos haber ido más rápido», «mejor habría sido entrar un día más tarde», «¡que mala suerte!»… Pero después del calentón y de dejarlo reposar unos días pienso que en vez de mala igual hemos tenido buena suerte. La electricidad palpable encima de nuestras cabezas, los meteoritos de granito que cayeron encima de nosotros… en fin.
Las condiciones de la vía eran buenas, no estaba seca del todo como suele estar en agosto pero casi todo lo vertical estaba seco. El tiempo según Meteo-chamonix 15 horas antes iba a ser bueno, daban un sol como la copa de un pino. Compañeros, Ekaitz Maiz, Arnau Serrano y el mendas, ¡buen equipo euskokatalan!
La aproximación hasta la vía desde el tren de Montenvers la hicimos en unas 5 horas. El primer día nosotros escalamos hasta el vivac que hay antes del diedro Rebufat. Para tres personas justillo, pero bueno, dormimos. El largo del diedro Rebufat se atragantó un poco y nos costó más de la cuenta pero enseguida cogimos buen ritmo. Largos de roca de cara norte se intercalaban con alguno de buen granito, diedro Rebufat y diedro de 75m por ejemplo. Entre tanto algún nevero también. En esta parte de la vía la roca empezaba a mejorar y empezamos a disfrutar y mucho de la escalada. Al llegar al vivac Cassin las nubes empezaban a amenazar, y el comentario fue: «Que, fem un pensament?» «No, no, que aún quedan muchos metros…» El siguiente largo me tocaba a mí y se monta en la cresta, entorno a la cota 3650m. Comentario: «¡Qué guapooo! ¡Vais a gozar! Pues, cuando llegué a la reunión empezó todo a vibrar de mala manera. Primero noté las botas, luego los mosquetones, los pelos erizados… «¡Me cagüen dios! Ekaitz, segi behera! ¡Bajad, bajad a la repisa otra vez!» Rapelé a la misma repisa rápidamente mientras el granizo caía sobre nuestras cabezas con ganas. Una hora de chaparrón, cascadas de agua y rocas, y todo volvió a la normalidad. En este momento empezaron las dudas: seguir, bajar de allí, llamar al 112… Cuando estábamos comentando lo sucedido escuchamos un estruendo por encima, miramos los tres a la vez y vimos cómo una lluvia de meteoritos de granito se iba desmenuzando por el camino y finalmente muchos de ellos se dirigían hacia nosotros. Pánico y a pegarse a la pared y taparse la cabeza. Fueron pocos segundos de pim, pam, pum, pam, en los que a Arnau uno le dio uno en la espalda y a mi otro en el talón.
En el momento del impacto pensé que me había destrozado el pié, dolía mucho. Entre tanto, las cuerdas sufrieron algún impacto de piedras y quedaron seriamente dañadas, con varios cortes cada una. Ahora sí que no había dudas, había que llamar al servicio de rescate.
C`est la montagne, me decía un guía francés. Así es, con pena y sin gloria, una semana de antiinflamatorios, hielo, el pie en alto y varias vueltas a lo sucedido. Veremos cuales son los siguientes objetivos, sin prisa, sin precipitarse. La montaña ahí está, la actividad la elegimos nosotros, hay tiempo.